Con el creciente interés de los gobiernos de todo el mundo sobre la regulación de las criptomonedas más conocidas, como el bitcoin, los ciberdelincuentes están probando otros métodos para recibir dinero sin que sus datos sean rastreados.
Según el MIT Technology Review, el bitcoin ha sido relacionado desde hace ya mucho tiempo con el lavado de dinero, los secuestros y extorsiones, la pornografía infantil e incluso con los asesinatos por encargo; todos estos crímenes frecuentes en el mundo de la Darknet. Los gobiernos, como el de Estados Unidos, se han percatado de esta situación y desde hace ya algún tiempo han venido tomando acciones al respecto. Por ello, los hackers están prefiriendo realizar sus transacciones con criptomonedas más privadas, que permitan ocultar por completo identidades y los movimientos de los involucrados.
Lo que más parece preocupar a la comunidad son aquellos delitos que ponen en peligro de manera directa sus activos y sus datos personales y que podrían estar siendo facilitados con criptomonedas, como es el caso del ransomware, un malware que secuestra toda la información de un usuario -o inclusive sus aparatos– y pide rescate a cambio de su devolución. Para combatirlo, el FBI creó el Centro de Quejas por Delitos de Internet (IC3) con el que intenta controlar de alguna manera estos delitos y trabajar de la mano con otras oficinas gubernamentales que monitorean las finanzas dentro y fuera de la nación.
El FBI trabaja en conjunto con el equipo de Chainalysis y otros analistas de blockchain (como Blockseer), rastreando los destinos de las transacciones realizadas con criptomonedas que muestran en una cadena de bloques pública todos los datos de una operación, como el BTC. Pero desde el nacimiento de Monero en el 2014 y de Zcash en el 2016, los ciberdelincuentes cuentan con una nueva forma de borrar sus huellas, y se están aprovechado de esta tecnología para escapar de los esfuerzos gubernamentales que buscan detenerlos.
La blockchain de esas dos criptomonedas no es transparente sino opaca: se muestran pocos ningún dato, por tanto, compañías como Chainalysis sólo pueden seguir el rastro claramente hasta donde Bitcoin se convierte en una ‘moneda fantasma’, tal como sucedió con los fondos del WannaCry, que fueron transformados en Monero a través de ShapeShift. Esta es una posibilidad que ya se encuentra dando problemas al FBI, tal como declaró Joseph Battaglia, agente especial en la división de delitos informáticos, a principios de este año. Y lo cierto es que, al menos en el malware, el uso de Zcash y Monero se encuentra aumentando.
Asimismo, tal como demostró AlphaBay antes de su desaparición, estas criptomonedas también están convirtiéndose en las favoritas de la Darknet. De hecho, gracias a los mercados de la Internet Profunda es que Monero vivió su primer ascenso. Sin embargo, tal como indicó el año pasado Zooko Wilcox, fundador de Zcash, los criminales en realidad pueden utilizar cualquier moneda, e inclusive utilizar efectivo -mucho más anónimo que las criptomonedas-. Esta tecnología no fue diseñada con tales propósitos, sino sólo para resguardar la privacidad de los usuarios, la cual en muchos casos implica seguridad personal y/o corporativa, y propiedad intelectual.