La corrupción es sin duda una de las taras más antiguas de la historia política de la humanidad. Ya Aristóteles, en la Grecia del siglo V a.C., distinguía las formas puras de gobierno de las formas corruptas, siendo las últimas producto de la degeneración de las primeras.
Los hombres se han esforzado siempre, sin éxito, por eliminar esta enfermedad que corroe las relaciones y procesos políticos. Para ello, se han valido de distintos medios. En la antigüedad, la formación ética y ciudadana buscó vacunar a los jóvenes contra los delirios del poder; en el medioevo, este papel lo cumplió el Temor de Dios y sus vicarios terrenales; ya entrada la modernidad, el barón de Montesquieu introdujo la idea de la división de poderes, anticipándose al célebre dictum de Acton que sentencia en la que, si el poder tiende a corromper, “el poder absoluto corrompe absolutamente”.
Con todo, estas fórmulas no han surtido el efecto esperado. La enfermedad ha hecho metástasis en los organismos sociales, a tal punto que hay quien llega a afirmar la corrupción como constitutiva al hombre. Y en una época que dejó de enfocarse en lo humano para poner su acento en la técnica, se ha desarrollado una nueva herramienta que podría ponerle coto a las conductas desviadas de los políticos y demás funcionarios de la administración pública: la tecnología blockchain.
Así lo reconoce el conductor de Oppenheimer Presenta en el canal de noticias CNN en Español, Andrés Oppenheimer, quien en su última columna en El Nuevo Herald invita a utilizar la tecnología de contabilidad distribuida como mecanismo para combatir el desvío de fondos públicos:
Además de prohibir donaciones en efectivo, los países podrían exigir que todas las futuras contribuciones políticas se realicen a través de blockchain, la nueva tecnología del mundo financiero que se utiliza para hacer pagos en monedas virtuales como Bitcoin.
Andrés Oppenheimer
Dicha recomendación la realiza tras discurrir entorno al que llama “el mayor escándalo de sobornos de la historia reciente de América Latina”, aquel en que la empresa constructora Odebrecht pagó casi 800 millones de dólares a funcionarios de Argentina, Brasil, Colombia, México, Perú y Venezuela, entre otros. El autor del libroCrear o Morir establece que este caso amenaza la estabilidad política y económica de la región al socavar la confianza en la democracia, por lo cual invita a ensayar cuanto antes las ideas innovadoras que existen en la actualidad, tales como blockchain:
Transparency International, el grupo de defensa contra la corrupción, ya está experimentando con esa idea. Dice que blockchain haría mucho más fácil rastrear las donaciones políticas.
Andrés Oppenheimer
Al recibir donaciones para campañas a través de tecnología blockchain, todas las transacciones que se realicen quedarían registradas en su libro contable de manera inmutable. Además, debido a la transparencia y apertura que provee blockchain, cualquier ciudadano podría auditar los movimientos que se realicen con el dinero recibido, facilitando de esta manera la contraloría pública.
Llama la atención que el reconocido columnista y conductor de CNN no menciona exclusivamente a blockchain como respuesta a esta problemática, como suelen hacer los grandes conglomerados financieros, sino que voltea la mirada hacia Bitcoin y las criptomonedas como medio para garantizar la transparencia monetaria en la esfera pública:
Bajo este plan, los políticos sólo podrían recibir donaciones en bitcoins, o alguna otra moneda virtual especialmente diseñada para contribuciones políticas. Podrían usar este dinero virtual para pagar publicidad en camisetas, gorras o cualquier otro gasto de campaña, y sólo el último proveedor –el fabricante de camisetas, por ejemplo- podría intercambiar la moneda virtual por dinero en efectivo.
Andrés Oppenheimer
BLOCKCHAIN COMO ANTÍDOTO PARA LA ENFERMEDAD POLÍTICA
Como establecimos en párrafos precedentes, la corrupción parece ser la enfermedad política por excelencia –o por mediocridad. Las conductas desviadas de la ley por parte de los gobiernos, tanto a nivel ejecutivo, legislativo como judicial, y en todos los niveles, minan la confianza en la democracia y denuncian la grave crisis ética que atraviesa la humanidad en nuestros días. Pues, como hemos visto, la corrupción no es un problema actual ni mucho menos regional.
No sólo a nivel de campañas políticas, como recomienda Oppenheimer, puede blockchain combatir los extravíos legales de los funcionarios públicos. Asignar la partida presupuestaria de cualquier organismo Estatal a través de blockchain garantizaría el rastreo de todos los movimientos monetarios que las instituciones realicen. Además, como se estableció anteriormente, el registro de dichos movimientos sería inmodificable y verificable por cualquier individuo, profundizando la participación ciudadana como uno de los valores fundamentales de la democracia.
Pero la desviación de fondos no es la única manera de actuar de manera corrupta en la esfera política. Maquillar cifras en las memorias y cuentas de los organismos públicos también es una conducta usual de aquellos que no quieren revelar los fracasos de sus gestiones. Si los organismos registran todas sus operaciones en libros contables distribuidos, podrían automatizarse los procesos de generación de porcentajes y podría tenerse certeza de que los números presentados en las memorias y cuentas son realmente los que corresponden, ayudando a evaluaciones de gestión más transparentes y obligando a los funcionarios a aumentar la eficiencia en sus labores.
En una esfera similar, en registros y notarías, se podría garantizar la fiabilidad e inmutabilidad de los documentos registrados. De esta manera, se facilitarían los procesos de gobierno electrónico, pues los ciudadanos tendrían acceso a sus documentos personales a través de la red desde la comodidad de sus casas. Estonia es pionero en esta iniciativa con experiencias de la mano de BitNation.
El sufragio también podría aumentar su transparencia gracias a blockchain. Ya son varios los experimentos de votaciones con esta tecnología que han tenido lugar a lo ancho del globo. Utilizar tokens o fichas virtuales como boleta electoral permitiría que los votos se contabilicen de manera inmediata sin riesgos de fraude. Además, con transacciones anónimas, el voto secreto estaría garantizado.
Son muchas las maneras en las que blockchain puede contribuir a aminorar la corrupción y potenciar la democracia. Son varios los gobiernos del mundo que optimizan sus procesos administrativos a través de esta tecnología, pues las mencionadas son tan sólo algunas de las ventajas que supone la blockchain aplicada al Estado. Los usuarios de Bitcoin también estarían comprometidos con esta implementación, pues entre sus valores fundamentales destaca la libertad; y a menor Estado -y más aún, a menor Estado corrupto-, mayor libertad.
Quizás la demora de algunos gobiernos en investigar esta herramienta se deba precisamente a que contraviene una noción heredada de las monarquías y oligarquías, profundamente contraria a la democracia, conocida en nuestros días como secreto de Estado. Esta tecnología hace transparente lo que debe ser de dominio público.
Y si bien todo lo programado desde computadores corre el riesgo de ser violentado o hackeado, las posibilidades de transparencia son mucho mayores en caso de implementar la tecnología que al no hacerlo. Por esta razón, y secundando a Andrés Oppenheimer, “¡Vale la pena intentarlo!”.