Son muchos los que piensan que la banca postblockchain no se parecerá en nada a la que conocemos hoy en día. Entre ellos, William Mougayar quien, en su libro “Los negocios del blockchain”, afirma que las entidades bancarias pasarán de ocupar un lugar central en las transacciones a uno más periférico.
Según un estudio realizado por el IBM Institute for Business Value (IBV) sobre la incidencia de blockchain en los mercados financieros, el 14% de las empresas presentes en dichos mercados esperan contar con una blockchain a lo largo de 2017. En los últimos tres años se han presentado más de 2.500 patentes vinculadas con esta tecnología y se han realizado inversiones por más de mil millones de dólares.
Además de por la necesidad de explorar nuevas vías de negocio, el interés de los grandes bancos por blockchain también está vinculado con la necesidad de gastar menos. El Banco Santander estima que el uso de esta tecnología podría suponer un ahorro de hasta 20.000 millones de dólares al año en gastos de infraestructuras.
Hace pocos días siete grandes bancos europeos, entre los que se encuentran HSBC, Deutsche Bank, Société Générale, Natixis, Rabobank, Unicredit y KBC Group hicieron pública su unión para ahorrar costes en el comercio internacional entre pequeñas y medianas empresas, adaptando la tecnología blockchain a los servicios bancarios. Un informe de McKinsey & Co difundido recientemente recoge que blockchain podría ahorrar entre 14.000 y 17.000 millones de dólares en la industria global del comercio financiero mediante la automatización de procesos: envío de faxes, letras de crédito, contabilidad manual o registros de datos.
La tecnología blockchain está empujando a las entidades financieras privadas y a los bancos centrales de todo el mundo a desarrollar sus propias monedas digitales. Es el caso del Banco de Inglaterra o el de los bancos centrales de Europa y Japón, que ya han anunciado su colaboración para estudiar los casos de uso de esta tecnología y poder estar preparados ante los inminentes cambios financieros que puedan derivarse de su uso. Los bancos centrales de Estonia, Finlandia y Suecia también están estudiando la puesta en marcha de una moneda digital que podría estar operativa dentro de no mucho tiempo. Igualmente, casi todos los grandes bancos han creado laboratorios blockchain en sus estructuras. Instituciones como la bolsa de valores electrónica automatizada más grande de Estados Unidos, Nasdaq, ya han probado la tecnología blockchain. Lo mismo que las bolsas de Australia, Francfurt, Nueva York, Corea o Londres.
La semana pasada se conocía también que el Banco Popular de China (PBOC) ultima el lanzamiento de su propia moneda virtual. Según la revista Caixin, este acontecimiento puede convertir a la autoridad bancaria central china en la primera del mundo en poner en marcha su propia moneda digital. La publicación recoge que la creación de la divisa digital surge de la necesidad de ofrecer una respuesta por parte del Gobierno a la creación de Bitcoin, cuyo uso ha sido prohibido a las instituciones financieras por parte de los reguladores. Los esfuerzos para la creación de una moneda digital china, de la que aún se desconoce el nombre, surgieron en 2014 con la creación de un equipo especial de investigación. En enero del pasado año, el banco central chino hizo publico que un equipo de expertos de la entidad discutían junto a Citibank y Deloitte el marco general de una moneda electrónica.
Aunque el sector de las finanzas despreció y arrinconó durante años todo lo que sonaba a Bitcoin, es en la industria de la banca donde más proyectos están desarrollándose con la tecnología que sustenta el corazón de esta moneda virtual. El interés surgió paulatinamente al descubrir el inmenso potencial que escondía esta criptodivisa y al ver cómo startups utilizaban la tecnología Bitcoin para colarse en su cadena de valor. Por ejemplo, en el envío de remesas o en las transacciones internacionales (Circle y Uphold).
El año que ha terminado ha sido el de la consolidación de la tecnología blockchain en el sector bancario. Según el Foro Económico Mundial, el 80 por ciento de los bancos ya trabajan en proyectos relacionados con blockchain y para 2027 se espera que el 10 por ciento del PIB Mundial esté almacenado en cadenas de bloques. Carlos Kuchkovsky, CTO de Nuevos Negocios Digitales en BBVA, ha explicado a CriptoNoticias que esta tecnología puede ayudar a los bancos a desempeñar un papel protagonista en la Cuarta Revolución Industrial en la que ya estamos inmersos y cuya parte más disruptiva es la descentralización de la confianza. Kuchkovsky pronostica nuevos consorcios y los primeros proyectos en producción reales a lo largo de este año. También cree que habrá más bancos trabajando juntos y que éstos lo harán junto a compañías de logística, farmacéuticas, energía o constructoras. Pero para que blockchain se expanda en toda su plenitud es necesario un marco que regule los diferentes usos de esta tecnología.
En este sentido, en el último informe emitido por el equipo de investigación de BBVA sobre la Situación Económica Digital, la entidad española dedica un apartado al panorama regulatorio y a los futuros retos de blockchain en su aplicación comercial. El estudio, firmado por Javier Sebastián Cermeño, subraya que las tecnologías de contabilidad distribuida (DLTs) requerirán:
Una redefinición de algunos conceptos fundamentales del derecho y la reconversión de abogados, reguladores y responsables políticos, que tendrán que adquirir nuevas competencias en tecnologías para poder interpretar un nuevo mundo de empresas autónomas descentralizadas y regidas por relaciones automatizadas.
Javier Sebastián Cermeño
El informe señala que el panorama regulatorio actual en el ámbito de las tecnologías de contabilidad distribuidas es “inmaduro y complejo” y que depende de qué componente de las DLTs estemos hablando: criptomonedas, blockchains, ledgers compartidos, contratos inteligentes, etc. Sebastián subraya que aunque el tratamiento es diferente para cada uno de ellos, la falta de regulación específica es común a todos.
El autor del informe precisa que aunque el origen del interés de las tecnologías de contabilidad distribuida proviene del concepto ‘blockchain’ y pese a que muchas veces ambos nombres se utilizan indistintamente, no son lo mismo. Blockchain, según el autor, implica una red pública y un proceso de minería basado en una prueba de consenso, un mecanismo en el que los activos digitales se emiten de manera descentralizada, mientras que los libros distribuidos pueden ser públicos o privados, y no necesariamente implican un mecanismo de consenso o incluso un proceso de minería.
2016 terminó con la salida de Banco Santander, Goldman Sachs y Morgan Stanley de R3, la startup neoyorquina dedicada al estudio de la tecnología blockchain en el ámbito de Wall Street. JP Morgan continuará vinculada, pero ya ha anunciado que no participará en la próxima ronda de financiación. Estas disidencias evidencian que el gran consenso es difícil cuando se trata de poner en común códigos y culturas empresariales. Hasta ahora, la convivencia entre fintech y grandes bancos ha sido amistosa y de colaboración, pero ello no quita que la industria bancaria perciba que ha de ponerse manos a la obra ante el descubrimiento de la blockchain como palanca de nuevas oportunidades de negocio.